martes, 14 de septiembre de 2010

PACIENCIA POR EL GAS

El medio día ya estaba agonizando y la virtud apropiadamente adjudicada a los santos ya tenía callos de tanto esperar.

Si antes se madrugaba para sacar la cédula por cualquier situación o circunstancia; en el seguro social para

obtener atención médica; también se lo “hacía” para poder matricular un vehículo a ultima hora y no pagar la consabida multa o como últimamente se hace en una institución educativa para obtener un cupo. Pero como todo evoluciona, recientemente hay que hacer cola y madrugar ya no frente alguna institución pública sino frente cierto depósito de gas de uso doméstico con un poco de imaginación se sabrá porque.

Eran las 4:00 de la mañana y para quienes hacen estas colas recién empieza la travesía. Como en todo lugar el que va llegando es el último de la fila y así mismo recibe un tique o turno, que

le acredita el lugar que ocupa y una gran paciencia. Al momento de haber aceptado este papelito no asegura si realmente se va a vender el producto, lo que más bien es asegurado es el tiempo

que tienen que esperar. Consentidos los términos se comienza a hacer amistades y camaradería, a lo mejor se reconoce personajes de otras épocas de nuestra vida, mientras palabras van, palabras vienen, se crea una excusa más para mitigar la espera y que así el tiempo transcurra hasta que llegue lo

esperado...

Si estaba oscuro y lo percibimos, nos asombramos porque hace rato el cielo ya está claro, con ese mismo asombro nos damos cuenta que han llegado otras personas que engrosan mucho más esta cola ¡y vaya, son bastantes! El bullicio ya aturde y es todo un mercadillo se vende de todo menos lo que se salió a buscar, desde luego hace hambre, hay que comer, y gastar pero procurando no exagerar pues los fondos no son muchos.

Son las 10:23 de la mañana y la paciencia ya ha recibido los nobles rayos del astro rey, la virtud mencionada se comienza a irritar y el deseado utensilio brillaba por su ausencia, el depósito era un pueblo fantasma con rótulos improvisados que únicamente anunciaban la inexistencia del anhelado producto.

El medio día ya estaba agonizando y la virtud apropiadamente adjudicada a los santos ya tenía callos de tanto esperar, mientras un rumor afirmaba la llegada del ostentado fruto, extraído de las entrañas de la tierra y envasado en un recipiente metálico, otro con intenciones de guerra refutaba el rumor anterior.

La paciencia ya había sido asesinada y sepultada la cola tenía media vuelta a la manzana y el tesoro por el que esperábamos era probable que no llegaría según versiones “semioficiales”. Todo era agobiante hasta que un milagro se produjo maravillosamente tres personajes como salidos de una fábula de Esopo(los tres chanchitos) llegaron a sofocar tremenda tempestad, aunque si la sofocaron completamente no se sabe, pero al menos algunos consiguieron el dichoso tanque de gas lleno.

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