Esta tierra la acogió, aquí hizo su vida y aquí la desea terminar, muchas cosas ha visto tales como el progreso de este pueblo y su desarrollo, a muchas personas conoce y otras más la conocen a ella solo con el simple hecho de vender frutas entre las calles Chone y Diosa Umiña de ocho de la mañana a cinco de la tarde.
Crecer con un pueblo es todo un logro y aquello es lo que ha conseguido la señora Sulay Sandoval al llevar aproximadamente cuarenta y siete años de experiencia diaria vivida en el cantón El Carmen. En este pueblo que a sus inicios solo era un caserío con la calle principal como medio de comercio, la señora “Sulita” como sus amigos cercanos la tratan y “la abuelita” como la conocen los no tan allegados se ha desenvuelto como comerciante, ama de casa y madre abnegada.
Una historia de lucha, pujanza, mucho sacrificio es la de esta oriunda de la provincia de Latacunga propiamente de Saquisili, pero que salió de su tierra a los cuatro años de edad del seno de su familia de entre siete hermanos más para ser la acompañante de una tía, con quien recorrió parte de Manabí hasta hospedarse en el territorio carmense de esta preciosa provincia costanera en la que a los dieciséis juveniles años comenzó su nueva vida como habitante, anclada en la historia diaria de esta urbe siendo una de las primeras habitantes de la región sierra, quien aquí posteriormente se comprometió y forjó su espacio.
“Con mi esposo Segundo Rengel llevamos 37 años de casados al principio él era sastre y yo me desenvolvía en la venta de fruta, esta labor ha sido en todo ese tiempo mi sustento y se convirtió en la del Segundo también, con la venta de aguas, colas y jugos”dijo Sulay.
Comentaba también que el tiempo está malo pero con añoranza explicaba que en otros tiempos vendía hasta doscientas a trecientas naranjas semanales, además no solo de la venta de frutas como mango, naranja, mandarina, ovo y otros más han podido subsistir sino también con los batidos de huevo con malta que ahora ya no prepara.
Con mucho esfuerzo y constancia construyeron su casa educaron a sus seis hijos, los cuales también trabajaron en este negocio de los que surgieron un policía, que por cosas de la vida ya no está en este mundo, un ingeniero en sistemas y un soldado de la patria, los otros tres están labrando su destino, llevando todos ellos el orgullo de que sus padres humildemente siguen su existencia de lucha demostrándoles a sus hijos y a las personas que los rodean que día a día se ganan el sustento.